lunes, 19 de agosto de 2013

Otra vez hablamos de los dólares. Y del ahorro popular

Hace mucho tiempo, cuando el que escribe esto empezaba a alfabetizarse, le dieron en su escuela un pequeño álbum, el Boletín de Ahorro Escolar, para aprender las virtudes del ahorro de forma práctica. De a centavos (Ley 18188) se compraban estampillas que se pegaban al mismo, y a fin de año a uno le entregaban la Libreta de Ahorro con unos mangos en la cuenta. La de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, que en aquel tercer gobierno peronista era "El Banco del Pueblo"


El 30 de Octubre era el Día del Ahorro, y en la escuela se hacía algo alusivo. Cambié de provincia, seguí comprando estampillas para tener un ahorro. El lema de antaño era "Niñez previsora, vejez tranquila". Luego, los años se nos vinieron del Oeste. Liberalismo, crisis, inflaciones. Y en el '94 el gobierno menemista privatiza la Caja y se la da a los españoles que la transforman en una aseguradora de las tantas que hay. Lo del Ahorro y el Banco del Pueblo... bueno, ya no se hablaba de pueblo, sino de gente. La inflación se había morfado esos depósitos, los bancos pequeños quebraron o se "consolidaron".

Y empiezo por este tema, porque quiero mostrar que la única forma viable de ahorrar hoy en Argentina para quien no está bancarizado o no tiene conocimiento, o no puede estar al día con la "Plaza", es comprando dólares. Ahora que la gente tiene un mango encima, la única forma viable es comprar dólares. Los dólares son muy prácticos. Uno compra cantidades pequeñas, los puede guardar en el colchón, no tiene que preocuparse por las pizarras o tener que leer diarios especializados. Puede usarlos mañana mismo para comprar un autito, o pagar un terreno, o hacerse un viaje, o mandarle guita a la familia en Perú o Bolivia. Para las clases medias bajas es la ÚNICA forma de ahorra a largo plazo. ¿Comprar acciones? ¿Hacer un plazo fijo? ¿Comprar monedas de oro? ¿Abrir una cuenta en Uruguay? demasiado complicado. Y de buenas a primeras, sin avisar y sin dejar un espacio para que los pequeñísimos ahorristas puedan guardar un mango, les cerramos la canilla. Y lo poco que explicamos fue que era por un cambio cultural. Pobre Aníbal, que para que su jefa diera el ejemplo le hicieron deshacerse de sus dólares, que creo eran 40 lucas verdes. Un terreno. Pero hicimos tabula rasa con todos. Con Aníbal que tenía las 40 lucas, Cristina que tenía un plazo fijo de 2 millones, y con los inmigrantes que por meses no pudieron mandar sus cientos de dólares a su familia. No dudamos que la restricción era necesaria, pero que indudablemente golpeó a nuestros votantes medio pelo bajo. Y no nos olvidemos que por más que haya aumentos de sueldos, la inflación se come cualquier ahorro en pesos guardado en un colchón.

Brasil tiene restricciones muy parecidas a las de acá, pero más razonables y claras. Y tiene la Caixa, que cumple las mismas funciones que nuestra antigua Caja Nacional. Cajas de ahorro que dan intereses, no mucho, pero en algo le salvan la platita al laburante que quiere guardar un mango.

Faltaron y faltan explicaciones, falta creatividad para remontar un gol en contra. Hay tiempo, pero hay que pensar en aguzar el ingenio y pensar también (y escuchar) por abajo, además de a los dueños del Poder. Porque debemos recuperar la mayoría, porque este proyecto no puede morir o alvearizarse en 2015. Hay también que pensar que para buena parte de los jóvenes hablarles del 2001 y los noventa es como hablarles de la Década Infame. Algo malo, pero que pasó hace mucho tiempo. Si no, será el sentido común de Clarín y Massa el que los interpelará, que no faltará el que les recuerde lo barato que eran los créditos, y lo fácil que era comprar dólares.

Para cerrar la historia, a las libretas nos las tuvimos que .... plin plin plin. Yo igual guardo la mía.

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